El intestino delgado es un lugar crucial para el sistema inmunitario. Por ejemplo, en el tejido linfoide que encontramos en los intestinos maduran los linfocitos. Y para que maduren correctamente es importante mantener una correcta microbiota. Por otro lado, ahí mismo se encuentran unas células llamadas “presentadoras de antígenos”. Vaya nombrejo. Realmente, esta células lo que hacen es coger un trozo de una bacteria y presentársela a los linfocitos para que estos sepan a qué deben atacar. Y este es el problema que reside en la base de la celiaquía.

El gluten, para empezar, aumenta la permeabilidad intestinal, hace que el colador firme que es el intestino delgado ya no sea tan firme y pasen sustancias a la sangre que no deberían estar ahí. El gluten, además es un componente que activa mucho al sistema inmunitario, generando inflamación. Y además, no se digiere bien.

Entonces, tenemos el gluten que aumenta la permeabilidad intestinal, revoluciona mucho al sistema inmune y además no se digiere bien. Esto resulta en que trozos sin digerir bien del gluten pasan a una de las capas del intestino llamado llamada “lámina propia”. Aquí las células presentadoras de antígenos cogen estos trozos de gluten a medio digerir y se lo presentan a los linfocitos para que los ataquen.