Lo primero que hay que aclarar es qué narices es el estrés. Y si estás pensando que ya lo sabes, no, no lo sabes. El estrés es un cambio en el estado de un objeto o ser vivo. Por ejemplo, tienes un lápiz en la mano y le vas aplicando una fuerza, lo estás estresando. Llega un punto que si te pasas, el lápiz se rompe.

Esto es estrés físico en el cual entra también el ejercicio. Estás sentado tranquilo en un estado de reposo y decides ejercitar tus músculos. Los estás estresando.

Esto ya empieza a arrojar luz al común concepto erroneo de que el estrés es algo negativo. No tiene que serlo siempre que esté en las dosis adecuadas. Sin embargo, si haces ejercicio durante 5 horas, como en una maratón, este estrés ya es tan grande que se convierte en un estrés negativo.

En cuanto al estrés psicológico, es lo mismo, ¿Qué pasa si un ladrón nos viene a robar? Necesitamos que nuestro ritmo cardiaco suba, que nuestro ritmo de respiraciones aumente y  que haya más glucosa en la sangre. Esto es beneficioso porque te ayuda a afrontar esa situación. El problema es cuando este tipo de estrés se mantiene demasiado en el tiempo.

Hoy en día nos enfrentamos a situaciones que nos estresan psicológicamente durante periodos muy largos de tiempo por tener que pagar las facturas, por un problema serio en el trabajo o por un problema de salud grave nuestro o de un familiar. Estas son situaciones estresantes que se pueden alargar mucho en el tiempo y acabar por resultar tremendamente dañinas.